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1981

volverPREGÓN DE LAS FIESTAS DE  “SAN BARTOLOMÉ » 1981

        Por RAFAEL STINGA GONZÁLEZ

Con mucho gusto me dispongo a redactar unas líneas que sirvan de introducción al programa de las fiestas de San Bartolomé. 1981-stinga

Siempre he visto en las fiestas patronales de la Isla, dos significados distintos: por un lado, vienen a representar un alto en el trabajo, unos días de esparcimiento, de recreo y de diálogo; pero por otra parte, son también unas fechas de recapacitación y de balance, en que se vuelve la mirada atrás y se observa todo lo bueno y lo malo, lo acertado y lo erróneo que ara la colectividad ha ocurrido a lo largo del año.

Pensando en el primero de los significados, yo, modesto pregonero en este año, tengo que invitar a todos a la alegría y a la fiesta. Nadie con más razón tiene derecho a divertirse que el pueblo que se sacrifica y que trabaja. De entre los pueblos de Lanzarote, ningún osará discutirles a las gentes de San Bartolomé su condición de laboriosas y emprendedoras. Cuando otros pueblos de la Isla iban en crisis, San Bartolomé siempre marchó adelante.

Es un progreso labrado con sangre, con sacrificios y con renunciamientos. Precisamente por eso, cuando el pueblo se expansiona, resulta tan contagiosa, tan ancha y tan sincera su alegría. Es la alegría de quien sabe que lo que es, no se lo debe a nadie sino a sí mismo. La alegría de la propia superación. La alegría de la victoria de la inteligencia sobre la adversidad y la geografía hostil.

Pero, como decía al principio, las fiestas son también balance, mirada atrás al trayecto que el pueblo ha recorrido por la ruta de su pequeña historia, desde las anteriores fiestas patronales. Yo invito a todos los vecinos también a ese examen. En lo material, sobre lo conseguido; y también, de las metas que la comunidad deba tazarse cara a la próxima andadura hasta las siguientes fiestas patronales. En lo espiritual, de si han sido satisfactorias, o no, las cotas logradas de superación cultural; de si el pueblo ha ganado o ha perdido algo de aquella capacidad de diálogo  de que siempre hizo gala (¡Cómo me acuerdo de vuestras tertulias, de vuestras parrandas, de vuestra convivencia constante en los ensayos de bailes folklóricos o de grupos teatrales!). y examinarse también del respeto a las buenas tradiciones y a todos y cada uno de los valores que configuraron siempre la fisonomía peculiar del pueblo: la amistad y la fraternidad entre todos; la honradez a prueba de bomba; la acogida calurosa al forastero; la inexistencia de categorías sociales; el amor a la música; el sacrificio, hasta niveles de inmolación, de los padres por el futuro de sus hijos (¿cuántos ejemplos impresionantes tenéis a la vista!); el amor al trabajo; la solidaridad (¡la casa de cada uno construida con la ayuda de todos!); la cordialidad…

El día 24, cara a cara con el Santo Apóstol Bartolomé, someted a juicio vuestra tarea colectiva. Y pedirle por el progreso material para las gentes del pueblo, que ciertamente lo necesitan, y, en algunos casos, hasta angustiosamente. Pero pedirle también que vuestros valores colectivos se mantengan, que esa idiosincrasia, esa manera de ser que os supo transformar en vencedores absolutos de todas las adversidades y en conquistadores gloriosos de metas comunes que parecían inaccesibles, no desaparezcan nunca.

Y termino. Termino agradeciendo a la Comisión de Fiestas, el honor que me he conferido al encargarme que este año fuera vuestro pregonero. Un encargo que me ha hecho volver la mirada atrás y recordar las etapas más felices de mi existencia, vividas, intensamente entre vosotros.

De todo corazón, felices fiestas.

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