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2004

volverPREGÓN DE LAS FIESTAS DE  “PLAYA HONDA» 2004

Por   CÁNDIDO REGUERA DÍAZ

Sr. Alcalde

Dignísimas autoridades

Amigos y amigas de Playa Honda

Cuando el Alcalde me habló de la posibilidad de ser el pregonero de las Fiestas de Playa Honda, sentí un enorme orgullo ya que para una persona que ha vivido toda su vida en este lugar exc2004-candidoepcional, es un honor poder transmitirles a todos ustedes los maravillosos años de mi infancia, que coincidieron con los que fueron los comienzos de esta localidad. También pensé que quizá yo no fuera la persona más indicada, pues quienes me conocen, saben que no soy hombre de lecturas y discursos, y que me muevo mejor en la charla coloquial y espontánea. Pero luego reflexioné y consideré…, .que ésta podría ser una forma de trasladar lo que era Playa Honda hace aproximadamente 40 años y rememorar esas vivencias de chinijo, que aunque ya son fruto del pasado, sin duda permanecerán en mí para siempre.

Yo nací en 1958. Mi familia y yo pasábamos todos los veranos en Playa Honda, en la casa de mi abuela, Dña. Fermina. Los recuerdos que vienen a mi memoria se remontan a principios de la década de los 60, donde Playa Honda era una zona exclusivamente de veraneo de 3 ó 4 familias de San Bartolomé y Arrecife. De hecho, el único recuerdo que tengo de mi abuelo Sebastián era precisamente de aquella época: cortando batatas para dar de comer a las cabras.

Entonces, aunque ahora nos resulte difícil de imaginar, en Playa Honda solamente vivían todo el año Juan «el pescador», a quien conocíamos como ‘Señó Juan’, quien, junto con su familia, habitaba la famosa casa que está situada en la misma playa; Y otro era Rafael, que cuidaba el ganado de mi abuela y vivía en unos locales junto a unos almacenes donde se guardaban las cosechas, situados al final de lo que es ahora la calle Princesa Ico, al Iado de la playa. Playa Honda era entonces un hermoso paisaje árido plagado de dunas, casi en su totalidad destinado básicamente al pastoreo de cabras y algunas zonas de cultivo (que yo recuerde, principalmente cebada, tomates, sandías y melones). Al ser productos de secano eran de una calidad inmejorable, que hoy día son difíciles de conseguir. Los quesos, elaborados por mi abuela o ‘Señá Carmen’, la mujer de ‘Señó Juan’, también eran de un gran sabor. Faltaban todavía algunos años para que irrumpiera el boom de la industria turística. Entonces, ni de lejos, imaginábamos que Playa Honda y Lanzarote fueran a cambiar tanto.

Cuando llegaba el verano, las primeras imágenes que permanecen en mi retina eran de D. Pedro Cabrera, D. Blas Cabrera y D. Marcial Arroyo, que traían sus barcos, los hundían dos o tres días para que se hincharan, y luego los utilizaban para destinarlos a la pesca de la vieja. Una imagen muy típica de la temporada veraniega era verles cogiendo la carnada de vieja cuando coincidían las mareas grandes, una labor a la que les ayudábamos los chinijos. También’ Señó Juan’ traía su falúa de Arrecife y se la llevaba a final del verano.

La- zona era de una gran riqueza no sólo en viejas, sino en burgaos, pulpos, lisas, sargos y salmonetes, entre otras especies. No puedo olvidar la imagen de un señor de Güime, quien, cuando se producían las grandes mareas de agosto, se recorría todas las cuevas y los riscos cantándole a las morenas a modo de llamada para capturarlas. Además, tanto en el Risco Grande como frente a casa de D. Andrés, se cogían ostras, que por cierto ya no he vuelto a ver. Era típico ver a D. Facundo Perdomo, al anochecer, con su caña de carrete acudiendo a diversos pesqueros desde tierra.

Tuñón era un señor de Las Palmas que venía todos los años a pasar los meses de julio y agosto. Cada verano venía acompañado de amigos y siempre traía novedades que para nosotros eran asombrosas, como trajes de buceo, botellas de submarinismo o fusiles de pesca, lo que provocaba en todos los chinijos un gran revuelo, pues para nosotros lo único que existía eran las gafas, el tubo, las chapaletas y la fija para coger los pulpos.

A Playa Honda se le conocía entonces como «Los Almacenes» (por los almacenes de mi abuela) y Playa Honda en sí se denominaba más bien a la playa enfrente de la casa de Arencibia, en la Concha. El resto de la playa -desde la zona antigua hasta la todavía hoy denominada Playa de Guacimeta- se llamaba «Playa de los dos bajos», en alusión a los dos grandes riscos de piedras existentes a lo largo de toda la playa. La playa, entonces, sobre todo la que está al final de la calle Princesa Ico, tenía abundante arena y se formaban marismas en ella. Hoy en día esta zona carece de arena.

La única entrada de Playa Honda era por la calle Pricesa lco. Era un camino de tierra que al llegar a la’ avenida giraba hacia la derecha y llegaba hasta Fariones. Hoy si paseamos por esta zona, podemos ver restos de aquel camino que desapareció al hacer la segunda pista del aeropuerto.

Los más chinijos pasábamos todo el verano en la playa, en los riscos y pescando, fundiéndonos con aquella naturaleza virgen, completamente tostados por el sol. Estábamos todo el día en el agua y nos dedicábamos a coger pulpos que luego vendíamos a las familias de veraneantes, como a Dña. Sisa, D. Leopoldo, Dña Solita, D. Felipe … con lo que sacábamos unas perrillas para los ‘sangineles’.

Recuerdo de aquella época, coincidiendo con el turismo incipiente, una anécdota que me ocurrió. Tendría yo 4 ó 5 años. Pasábamos al atardecer por delante de la cristalera del Loro Verde y veíamos a un montón de gente caminando, haciendo unos movimientos armónicos aunque extraños y dando vueltas alrededor de una pista, pero yo no entendía nada. ¿Qué era aquello? ¿Qué hacían aquellas personas? Ya hoy he entendido lo que hacían allí: estaban bailando y El Loro Verde era una discoteca, de las primeras que se crearon en Lanzarote. Eran los comienzos de la transformación que se iba a producir en la isla en los últimos 40 años. Nos entreteníamos esperando a que los coches que iban al Loro Verde se enterraran en la arena, y luego entre todos los empujábamos para sacarlos de allí.

Al principio no había energía eléctrica y nos alumbrábamos con quinqués o farolas de petróleo, en torno a las cuales al anochecer nos reuníamos la familia. Una estampa típica, y que recuerdo con gran nostalgia, era los bandos innumerables de gaviotas que pasaban por tierra sobrevolando por encima de nosotros, al final del verano, cuando comenzaban los incipientes efectos del otoño y venía el tiempo del Sur anunciando las primeras lluvias.

Pero sobre todo, quiero destacar un día muy especial, que en mi opinión pertenece a la historia de Playa Honda: el Día de San Juan. Era un día muy señalado porque venían muchísimas familias del resto de municipio, caminando o en burro, a pasar un día de playa para celebrar el comienzo del verano. En esa jornada no faltaba la garrafa de vino, la sandía, el gofio en zurrones o el sancocho … A mi padre, Cándido Reguera, le conocían la mayoría de las familias que acudían ese día, con quienes colaboraba dándoles garrafas de agua o aquello que necesitaran. ¡Era impresionante ver cómo la playa se llenaba de mayores y chinijos! Aprovecho desde aquí para pedirle al Alcalde y al Grupo de gobierno que promuevan el Día de San Juan como Día de Fiesta Oficial.

Recuerdo de aquella época a muchos amigos: Eduardo, Pancho y Mía Spínola; Domingo y Miguel Padrón; Florencio Martín «Fefo»; los hijos de Blas: Tanano, Félix, Mamé, Ñeña…; los hijos de Felipe de la Hoz: Elsa y Felipe; Germán Barreto; Toño Reguera; Manolo Fajardo; Facundo Perdomo hijo; Tony Fernández; Wenceslao y Carlos Noda; Polo Lasso; Esteban Cabrera; Vilas; los hijos de Sebastián Sosa; Nena Cabrera; Gloria Lamamier; Montse y Toño Martín, Nena Lasso, Fátima Padrón, Loli Balaguer, y tantos otros amigos que se me hace imposible nombrarlos debido a lo limitado de estas líneas, pero que recuerdo de forma entrañable, muchos de los cuales hoy viven o siguen veraneando aquí.

En la primera época había varias casas de veraneo que pertenecían a D. Andrés Hernández, D. Marcial Arroyo, D. Pedro Cabrera, D. Marcial Cabrera, D. Leopoldo Lasso, D. Félix Cabrera, D. BIas Cabrera y la casa de los Reyes, entre otros, que, junto con la de mi abuela y la que construyó mi padre, empezaron a conformar un pequeño núcleo de casitas aglutinadas en torno a lo que hoy conocemos como la zona antigua de Playa Honda. Más lejos, estaba la famosa «casa amarilla», que pertenecía a la familia Sastre, y en la otra punta, la casa del médico (la última de la avenida cerca de donde está el nuevo instituto) y al Iado de ésta, la casa de «la rusa».

A partir de aquí, Playa Honda empieza a crecer. A finales de los 60, mi abuela construye los primeros Apartamentos en la denominada zona vieja. Comienzan a verse las primeras parejas de turistas, sobre todo ingleses y alemanes, que nos traen otras formas de ver las cosas a como nosotros estábamos acostumbrados, con una filosofía completamente diferente y que nos hace abrimos a otros mundos y otras culturas. Recuerdo, por ejemplo, cómo nos llamó la atención la primera vez que vimos a un turista jugar al golf en la playa.

Aunque desde el principio siempre se había hecho una despedida de todas las personas que veraneábamos aquí, es en esta época (tendría yo 12 ó 13 años) cuando a finales de septiembre comienzan a celebrarse pequeñas fiestas tradicionales del fin del verano, en un ambiente más bien familiar, que organizábamos los propios veraneantes. Eran típicas las luchas entre el Pollo de Playa Honda, que era mi padre, y el Pollo de Tinajo José Morales, y las partidas de envite y de bolas en el «cuartito», con Aurelio, Pedro Cabrera, Andrés, Lorenzo, Juanito, Alonso Corujo… y también aquellos campeonatos de canasta que todavía continúan celebrándose en el sótano de la casa de mi madre. Poco a poco, aquellas fiestas se empiezan a consolidar hasta convertirse en las que hoy conocemos.

Al hilo de la emergente actividad turística, Lanzarote empieza entonces un desarrollo vertiginoso y Playa Honda ya no es aquella localidad de 3 ó 4 familias que íbamos a veranear, pasando de las seis personas que vivían a principios de los 60 hasta las más de 11.400 personas que vivimos aquí actualmente. En todo este tiempo, se ha ido dotando a esta localidad de los servicios con los que cuenta en la actualidad: la Iglesia de Santa Elena, (construida a finales de los 70 en un terreno donado por mi abuela, y cuyo nombre se debe a la mujer del alcalde Antonio Cabrera; el colegio y el centro sociocultural; el consultorio médico; la farmacia; la oficina de correos; las canchas deportivas; y más recientemente la Oficina Municipal de Playa Honda, sin olvidar el nuevo instituto que comenzará las clases en estos días o el Centro Comercial Deiland que, fruto de la iniciativa de D. Pancho Spínola y de sus hijos, ha dotado a Playa Honda de un importante eje comercial.

Hoy Playa Honda es un sitio especial, con una idiosincrasia propia derivada de la afluencia de gentes del resto de Canarias, de las diferentes comunidades autónomas que conforman España, y de muchos países de Europa, América y África. Es un orgullo para mi poder describir a Playa Honda como una localidad abierta, moderna, avanzada, multicultural y en constante progreso, sin olvidar nuestra historia y nuestro pasado. Esa riqueza que le dan todas y cada una de las personas llegadas de otras partes, que nos hace ser únicos y diferentes, lejos de tener una connotación negativa, tiene, por el contrario múltiples ventajas y debe ser vista con amplitud de miras y proyectada hacia el futuro con una mirada positiva. Somos de los pocos lugares de Lanzarote con una sociedad tan rica y variada, con gentes diversas, construyéndose día a día a sí misma con su particular fisionomía social. La historia está hecha a base de mezclas que han contribuido al avance de las personas, produciendo, de la mezcolanza y la integración, nuevas sociedades en constante evolución.

Por eso yo quiero hacer un especial llamamiento desde esta tribuna a quienes vivimos aquí, que hagan suyo este pedazo de tierra, que participen, que contribuyan a crear nuestra propia personalidad, que decidan sobre lo que quieren para Playa Honda, que son bien recibidos y que aquí todos somos necesarios. Playa Honda es una comunidad importante dentro de Lanzarote, con peso propio, y no debemos sentimos ausentes o distanciados del municipio de San Bartolomé porque somos parte de él, aunque con nuestra propia idiosincrasia. Y eso es muy enriquecedor. Ni tampoco nadie de San Bartolomé puede pensar que nosotros debemos sentirnos alejados, porque también pertenecemos a este municipio.

En un mundo convulso como el de hoy donde desgraciadamente vemos tantos conflictos y enfrentamientos entre diferentes culturas, Playa Honda es un ejemplo de tolerancia y respeto. Entre todos nosotros, los que hemos nacido aquí, los que han venido de fuera, y los nuevos “playahonderos” que van naciendo año tras año, lo hacemos y lo seguiremos haciendo posible. La estatua de las comunidades simboliza este espíritu.

Recuérdenlo: Playa Honda es sin duda un lugar agradable para vivir. No sólo por sus playas y sus cualidades propias, sino también y fundamentalmente, por todos los que vivimos en este maravilloso lugar del Atlántico. Por orden del Sr. Alcalde, anuncio que dan comienzo las Fiestas de Playa Honda 2004 deseándoles que pasen unos días de asueto y diversión.

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